Alquilar un piso de vacaciones Helgoland

Un oasis de tranquilidad en alta mar, a veces salvaje

Unas vacaciones en Helgoland significan alejarse de la tierra firme: ambiente de felicidad al atardecer en la isla, en los tradicionales puestos de langosta y románticas puestas de sol en Lange Anna. Paseos tranquilos por la playa mientras las focas grises toman el sol con sus crías en la duna, vistas casi infinitas del mar en todas direcciones y el relajante olor del mar salado, así como el sonido del mar embravecido. Los huéspedes pueden disfrutar de sus vacaciones en la única isla de alta mar de Alemania y casi sentirse como en otro mundo. Onírico en la imaginación, aún más encantador en la realidad: rodeados por el inmenso mar, que se funde casi fluidamente con el brillante cielo azul en el horizonte, los veraneantes de Helgoland se encuentran en un tranquilo oasis de un monumento natural único. Exuberantes praderas y campos verdes, rocas de arenisca roja y playas de fina arena blanca hacen de la isla, con su clima de alta mar, un paraíso para cualquier vacación junto al mar. Una auténtica delicia en las dos playas es la vista al mar de aguas turquesas, las cálidas temperaturas bajo el sol abrasador y las tranquilas aguas que invitan al baño. Con sus trajes típicos, bailes y tradiciones, los isleños ofrecen entretenimiento todo el año, sobre todo gracias al grupo de danzas y trajes folclóricos. Mientras tanto, en el Museo de Helgoland, el Instituto Biológico o la iglesia de San Nicolás, podrá conocer en detalle todo sobre la masa de tierra de un millón de años de antigüedad y Lange Anna, que se alza como una roca en el oleaje en el extremo norte de la isla, o la reserva natural más pequeña del mundo, la Lummenfelsen. Del mar también proceden algunas delicias culinarias destinadas al consumo directo en la isla: Knelper y langosta, pero también pescado fresco de pesca se sirven al veraneante en algunos de los pintorescos y coloridos puestos de langosta, así como en los acogedores restaurantes. Del disfrute a la investigación. Una visita al Instituto Biológico de Helgoland siempre merece la pena. Aquí, los científicos llegan al fondo de los grandes trastornos del ecosistema del Mar del Norte. Sólo un aspecto: en los últimos 50 años el agua del Mar del Norte se ha calentado 1,7 grados. El centro de buceo científico del Instituto Alfred Wegener es una parte importante de la investigación costera y polar. Se complace en presentar "de cerca" el equipo del submarinista científico a los visitantes interesados. El Instituto de Investigación Ornitológica "Vogelwarte Helgoland" (IfV) es una institución de investigación no universitaria, realiza investigación básica y se ocupa de las múltiples relaciones entre las aves y su entorno. ¿Le interesa? Entonces, ¿por qué no realiza una visita guiada pública al jardín de trampas? El Anna largo y el Anna corto. Seguro que ha oído hablar del Anna Largo, incluso sin haber estado en la única isla de alta mar de Alemania. El rompeolas de 47 metros de altura en el noroeste de Helgoland está construido con nada menos que 25.000 toneladas de arenisca roja y es el símbolo de la isla. Una vista imponente. Más pequeña, más corta, pero no por ello menos digna de ver es su hermana pequeña, la Short Anna. Una enorme riqueza de especies hace de Helgoland un paraíso para los amantes de la naturaleza: como Helgoland es la única isla de Alemania en mar abierto, las aves marinas acuden aquí de forma natural para reproducirse. Los alcatraces, fulmares y gaviotas tridáctilas, en particular, se sienten como en casa en Lange Anna. No en vano esta roca de arenisca también recibe el nombre de roca de los pájaros. Miles de aves se agolpan en la roca. Este espectáculo por sí solo atrae a los observadores de aves a la isla. No sólo en el acantilado, la llamada roca del arao, sino también en Lange Anna se posan los llamados "araos" para criar. En junio saltan de forma impresionante desde el Lummenfelsen, la reserva natural más pequeña de Alemania, pero también desde el Lange Anna hacia las profundidades. Sólo para ser conducidos a mar abierto por sus padres, como corresponde a las aves de alta mar. Con más de 370 especies de aves registradas hasta la fecha, los amantes de la naturaleza tienen garantizado no aburrirse en Helgoland. Y la isla no aburre en ninguna época del año, sino que siempre tiene nuevas facetas que ofrecer: Todavía hace un poco de frío cuando el calendario indica primavera. Pero los primeros rayos de sol ya consiguen calentar el rostro. Las nubes se alternan con un sol radiante. La isla ofrece un encantador espectáculo natural cuando la vida despierta en primavera, tiernos brotes verdes en los arbustos y en los acantilados, puntuados por el delicado amarillo de la flor de la col del acantilado. También es el momento del regreso de las aves migratorias locales. Alcatraces y gaviotas construyen nidos y ponen huevos. En la escarpada roca de los araos comienza la reproducción. Todavía hace demasiado frío para nadar, pero los pies ya pueden chapotear en el agua fresca, porque incluso en primavera el sol brilla más a menudo en Helgoland que en el continente. Cuando el sol brilla de forma constante sobre Helgoland en los meses de verano, la isla de alta mar se transforma en un paraíso vacacional. Incluso el viaje en barco desde Cuxhaven es toda una experiencia. Una vez en la isla, encontrará amplias playas naturales, de arena blanca y aguas cristalinas. La playa sur de la duna, de poca profundidad y aguas tranquilas, es ideal para familias. Los amantes de la naturaleza encontrarán un lugar tranquilo en la playa al norte de la duna de baño de alta mar con su rugiente oleaje. La temperatura del agua del Mar del Norte suele rondar los 20° C, un agradable refresco. El otoño en Helgoland es la mejor época para una cura o unas vacaciones para todos aquellos que quieran relajarse tranquilamente en la isla. En los meses de otoño, el Oberland, con su paseo por el acantilado y la duna, atrae a los visitantes con un deporte recreativo muy especial que también resulta emocionante para los niños: con la marea baja, después de una tormenta, se camina por la playa norte de la duna que antaño estaba unida a Helgoland, sin apartar los ojos del suelo. En el proceso, se buscan erizos de mar fosilizados, estrellas de mar, conchas y también ámbar. Los huéspedes de Helgoland en otoño disfrutan del grog de huevo por la noche y tienen la oportunidad de charlar con los isleños antes de regresar a su alojamiento de vacaciones y terminar así el día de forma acogedora. Si el tiempo es demasiado desapacible para pasear por la isla, puede visitar la piscina "Mare Frisicum" con zona de sauna. El baño climatizado con piscina al aire libre es una alternativa práctica al mar del Norte, que ya es bastante frío en Helgoland en esta época del año. Lo más destacado es la piscina de la azotea, llena de agua de mar y con una temperatura de más de 30 grados. Respire hondo y sus fosas nasales volverán a estar despejadas. En invierno, Helgoland muestra una cara completamente distinta. Las calles están tranquilas y hay tiempo para mirar con calma los escaparates decorados con cariño, dejarse aconsejar para comprar ropa y joyas o conocer mejor la historia de Helgoland en una visita guiada al búnker. En invierno, el viaje es especialmente tranquilo: sólo hay unos pocos veraneantes a bordo, por lo que los huéspedes pueden disfrutar de la relajante paz y tranquilidad del barco incluso antes de llegar. La travesía con la única conexión invernal de ferry desde Cuxhaven con el MS Helgoland dura unas dos horas y media. El barco navega a Helgoland cinco veces por semana, llevando a los que buscan relax a través del Mar del Norte hasta la isla de la roca roja. En la isla, merece la pena detenerse, respirar hondo y sentir el aire puro y frío del Mar del Norte. El aire del Mar del Norte, especialmente rico en yodo y oxígeno, libera las vías respiratorias. Desconectado de la vida cotidiana, el veraneante regresa a su alojamiento para pasar una noche tranquila: las casas y pisos de vacaciones con un número variable de dormitorios ofrecen la libertad necesaria para una rutina diaria muy individual.

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